Un economista, un escritor y un político, tres perfiles distintos con toda la predisposición de analizar qué paso, cuáles fueron las circunstancias, los aciertos y los desaciertos del proceso que vivó Bolivia de octubre de 2019 a octubre de 2020. El año que transcurrió entre la renuncia de Evo Morales, luego de 21 días de protestas que reclamaban el fraude electoral, la sucesión presidencial de Jeanine Añez, el gobierno de transición y el regreso del Movimiento Al Socialismo tras el triunfo de Luis Arce Catacora.
En el marco de un conversatorio en línea, por invitación de la Red Liberal de América Latina, Mauricio Ríos, Enrique Fernández y Oscar Ortiz compartieron sus apreciaciones y experiencia de lo que fue un año histórico para su país. Si bien estuvieron de acuerdo en consideraciones generales, por supuesto cada uno dio forma a una perspectiva diferente y un punto de vista muy particular.
Para Mauricio, Bolivia en 2019 vivió una “rebelión inconclusa”, un levantamiento que recogió las demandas desde 2016 (cuando el gobierno del MAS atropelló la constitución buscando la cuarta reelección de Evo Morales) pero que no logró reivindicar lo esencial: recuperar los principios y la institucionalidad. Según él, los actores políticos involucrados desaprovecharon los diez, quince primeros días, periodo que hubiera sido clave para un shock que permita hacer un cambio real.
Oscar Ortiz, quien fue parte del gobierno de transición, explicó que es muy distinto estar en el escenario en el momento en que se deben tomar decisiones delicadas; remarca que el gobierno de Añez tuvo en contra una serie de elementos adversos, desde la pandemia y sus consecuencias en un esquema económico ya en depresión, hasta la fragmentación de partidos políticos que finalmente no lograron conformar una alianza para hacer frente al MAS. En relación a la pregunta si Bolivia perdió la oportunidad de recuperar la libertad, Ortiz marca un aspecto a reflexionar: si realmente los bolivianos tenían la libertad como preocupación o prioridad, o si en realidad se trató de un hartazgo coyuntural.
Enrique Fernández en relación a la cuestión central: si Bolivia abdicó a la posibilidad de ser libre, expresó que quizás los episodios de levantamiento ciudadano del 2019 fueron nada más producto de una ilusión. “Quizás nos ilusionamos pensando que la mayoría de los bolivianos estaba anhelando la libertad”, probablemente fue el deseo profundo de un sector de la población salir de un régimen autoritario, pero nada más. Fernández subrayó la importancia del marco y fondo cultural, de la necesidad de seguir trabajando en la difusión de valores y de principios, una tarea pendiente para los liberales en Bolivia.
El diálogo convino en que un factor que jugó en contra durante el proceso de transición fue el peso de voceros internacionales que no dejaron de insistir en que en Bolivia hubo golpe; cuando se demostró por demás que la salida del poder de Evo Morales –luego de haber protagonizado un fraude comprobado por la OEA- fue voluntaria, así como la sucesión constitucional y legal. La prueba más clara de esta explicación es que para las elecciones generales de 2020 se permitió la participación del MAS.
Hay muchas lecciones que aprender de lo sucedió en Bolivia, enseñanzas y guías para la región, sobre todo para países que puedan tener la posibilidad de recuperar esquemas de gobierno menos autoritarios. En resumen, en adelante será importante hacer un diagnóstico frío, correcto y despejado de ilusiones o sesgos; no perder los propósitos y la unidad entre quienes quieran hacer un cambio. Y finalmente trabajar una narrativa adecuada y oportuna, tomando en cuenta que se tiene el tiempo en contra y que los oponentes están dispuestos a todo por volver al poder.